Se efectúa con teleterapia o radioterapia externa de alta energía: cobaltoterapia, fotones o electrones de acelerador lineal de energías y dosis variables según la profundidad del hueso a tratar.
Volumen blanco: Tumor conocido + área seguridad.
Dosis: 2 Gy por sesión en el volumen blanco X 5 sesiones por semana hasta la dosis total requerida.
Si la dosis es superior a 40 Gy se reduce progresivamente el campo para sobredosificar sólo el volumen tumoral.
La
radioterapia
no
solo
tiene
efecto
sobre
el
tumor;
también
tiene
efecto
sobre
las
partes
blandas
y
el
hueso.
Sobre las partes blandas puede manifestarse precozmente (durante las primeras semanas) una radiodermitis que puede llegar hasta la necrosis de los labios de la herida quirúrgica o hasta la piel, con fondo tórpido. Al cabo de algunos meses, puede provocar una fibrosis radioinducida con coloración pardusca de la piel, adherencia de la piel a los planos subyacentes, transformación de los tejidos blandos en una corteza fibrosa muy resistente, poco vascularizada, compacta, adherente y retraída. Esta fibrosis puede acarrear diversos inconvenientes como, por ejemplo, hacer más difícil una nueva intervención quirúrgica, favorecer la dehiscencia y necrosis de la herida de esta segunda intervención, obstaculizar el arraigamiento de injertos óseos implantados posteriormente, provocar edemas crónicos distales por dificultad circulatoria venosa y linfática, causar una disminución de la movilidad articular o deformaciones axiales de la extremidad.
El hueso en crecimiento es muy radiosensible (dosis mínimas del orden de 15-20 Gy sobre la epífisis son suficientes para detener el crecimiento). La radiolesión se manifiesta como deformación producida por la pérdida de la capacidad de desarrollo de la zona irradiada. Por ello, siempre que sea posible, se debe eludir la epífisis en la RT de tumores óseos en niños.
El hueso adulto es mucho más radioresistente (dosis de 60-70 Gy puede producir lesión subclínica). Sin embargo, se produce una lesión vascular de lenta evolución que provoca desvitalización ósea y pérdida de la función reparadora aunque mantiene la función de soporte. Cuando las radiaciones sobrepasan determinadas dosis pueden provocar necrosis del hueso con aumento del riesgo de fracturas por traumatismos leves o incluso espontáneas. Estas consideraciones hay que tenerlas en cuenta en el postoperatorio.
Otros órganos que se pueden ver afectados son: cerebro y médula espinal cuando se irradia el cráneo y la columna; la vejiga y las gónadas cuando se irradia a la pelvis
El riesgo de sarcoma radioinducido se sitúa entre 0.03-0.8%, tanto en los huesos como en los tejidos blandos.
Cuando se prevea la utilización de la radioterapia hay que tener en cuenta algunas normas durante la biopsia:
Practicar una incisión tan corta como sea posible.
Reducir al máximo la ventana en la cortical
Incidir allí donde el hueso está rodeado por un grosor importante de partes blandas.
Llevar a cabo una sutura muy cuidadosa.
Estas
técnicas
permiten
empezar
pronto
la
radioterapia,
evitando
la
necrosis
y
la
dehiscencia
de
la
herida,
así
como
reducir
el
riesgo
de
fractura
patológica.
Si
se
asocia
quimioterapia
al
tratamiento,
normalmente
hay
que
disminuir
las
dosis
de
las
irradiaciones,
ya
que
la
tolerancia
de
los
tejidos
es
menor.
SARCOMA
DE
EWING.
La radioterapia es útil posterior al tratamiento quirúrgico.
RT exclusiva puede ser útil en determinadas localizaciones que no accede la cirugía.
Es especialmente útil en las localizaciones pélvicas aunque se practique cirugía radical.
En pacientes con cirugía radical de extremidades no parece ser necesaria.
CONDROSARCOMA.
Las células cartilaginosas son resistentes a la radioterapia, solo en casos de condrosarcoma indiferenciado puede ser útil.
En general se usa como tratamiento paliativo (dolor).
Los nuevos tratamientos con partículas pesadas aceleradas abren nuevas perspectivas de tratamiento.
Puede ser útil en casos indiferenciados o como tratamiento paliativo.
En recidivas locales en el contexto de enfermedad diseminada se usa para evitar la amputación.
Tratamiento preoperatorio